lunes, 10 de mayo de 2010

Fomentemos el uso racional del río Luján


El río Luján recorre el norte de la provincia de Buenos Aires ya que nace de la unión de los arroyos de El Durazno y de Los Leones, en el partido de Suipacha, cruzando los partidos de Mercedes, Luján, Pilar, Exaltación de la Cruz, Escobar, Campana, Tigre y San Fernando hasta desembocar en el Río de la Plata a 128 kilómetros de sus nacientes. Cuenta con una variada y rica historia pues debe su nombre a un hecho histórico: en sus márgenes murió el Capitán Pedro de Luján al enfrentarse con los habitantes originarios de estas pampas. Con el tiempo, se comenzó a reconocer al curso como río de Luján. Otro hecho importantísimo fue el milagro de Nuestra Señora de Luján, que en sus riberas decidió quedarse para siempre, al tiempo de realizar "El milagro de la Carreta". Por esta razón, se conformó un pequeño poblado, la Villa de Nuestra Señora de Luján, también a orillas del río. Esta población, tomó importancia, tanta, que para evitar malones de indígenas, se creó el "Fuerte de Luján", que a su vez, y sin intención, formó la actual ciudad de Mercedes. El río fue conservado miles de años por la fauna de la región y los pobladores nativos más antiguos que aprovecharon sus aguas. Pero los últimos años con el avance de la actividad industrial y el crecimiento social desplanificado se puso en jaque su propio ecosistema.
Sin dudas, la cuestión de la conservación y el saneamiento del río Lujan como medida para recuperar nuestro recurso natural más importante, es uno de los pilares centrales en la agenda del progreso social, político y judicial de nuestra ciudad. Marca ineludible de un proceso que deberemos transitar como comunidad organizada para asimilar los efectos de la transformarción llamada conurbanización. Desde hace tiempo, los medios de comunicación son un fiel reflejo de la problemática vinculada al río. La oposición y el oficialismo enfrentan permanentes cruces por el tema y por fuera del aparato estatal, se han desarrollado grupos de vecinos en asociaciones no gubernamentales que impulsan diversos proyectos interesantísimos para poder ayudar o intentar solucionar el problema de la contaminación que produce el fenómeno en la urbe.
Si la parálisis estatal se debe a una cuestión presupuestaria, debería trabajarse en acciones graduales y menos ambiciosas que permitan iniciar un plan de acción y mostrar algo en concreto, tangible. En imposible sostener en el tiempo la razón presupuestaria para zafar de tratar el problema, pues ello, indefectiblemente en los próximos treinta años sería como hacer una apología de exclusión social. Lo ideal, es a veces, enemigo de lo bueno.
No podemos seguir sumando factores intensos como el enfrentamiento de los medios de comunicación, del poder político, del poder judicial, o las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, las victimas y damnificados, los posibles responsables. Entonces, en semejante desorden de razones y contra razones el tiempo pasa, y las cosas, seguramente empeoran. El Municipio tiene una emergencia ambiental producto de una crisis del crecimiento impulsado por fuerzas externas y la rotura del paradigma que reguló el sistema social durante los últimos 25 años. Pero el cambio de timón y conducción ejecutiva del gobierno debe ser inminentemente programado para su puesta en marcha lo antes posible.

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